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VIVIMOS MÁS, PERO NO MEJOR

Por Dr. Durántez

Hasta principios de los años 60 se presuponía que una célula en un medio de cultivo óptimo podría dividirse indefinidamente. Leonard Hayflick publicó en 1965 que las células tenían un número limitado de 50-60 divisiones antes de entrar en senescencia celular. Extrapolando estos datos a los tejidos, órganos y al organismo completo se estableció que la esperanza de vida máxima de un ser humano en condiciones óptimas sería de 120-130 años, lo que se denominó el Límite de Hayflick. Todavía tuvieron que pasar más de 35 años para que en 1997 muriera a los 122 años y 164 días la francesa Jaenne Calment, corroborando la existencia de ese límite.

Pero el incremento de la esperanza de vida no necesariamente ha de asociarse a un alargamiento de la vida plena en funcionalidad y salud. De hecho, algunos estudios han cuantificado que de los 30 años de vida extra conseguidos en los últimos 100 años, únicamente 27 meses lo son de salud plena. Esto quiere decir que casi 28 años de los 30 ganados, los pasamos con dolencias y patologías añadidas. Por tanto, surge un nuevo e importante reto para la sociedad, el envejecimiento saludable.

vivimos mas, pero no mejor